viernes, 4 de abril de 2014

Crítica: 'La Gran Belleza (La Grande Bellezza)' (Paolo Sorrentino, 2013)


'La Gran Belleza (La Grande Bellezza)' (Paolo Sorrentino, 2013)




"Cuando llegué a Roma, a los 26 años, me precipité demasiado rápido, apenas sin darme cuenta, a aquello que se puede definir como el remolino de la mundanidad, pero yo no quería ser simplemente un hombre mundano, quería ser el rey de la mundanidad. No sólo quería participar en las fiestas, quería tener el poder de hacerlas fracasar." Paolo Sorrentino.



Así es como decide poner inicio Paolo Sorrentino a la película ganadora del Óscar a la mejor película de habla no inglesa, y no podría ser más acertado, ya que este texto resume lo que, a mi parecer, es la idea del director, quien busca crear una película con identidad propia, de una belleza especial y autoritaria que huye de la mundanidad y que refleja la decadencia de la actual Roma causada principalmente por sus habitantes. Nos encontramos con un director que tiene mucho que decir. Mediante un retrato un tanto maquiavélico de la sociedad podremos ver, con cierta ironía, cómo se refleja a cada una de las clases sociales que aparecerán durante los 140 minutos de duración, especial y generosamente repartidos a una clase específica, la de la alta burguesía. Y aquí es donde entra nuestro personaje, Jep Gambardella, interpretado por un habitual del cine de Sorrentino y uno de los actores más talentosos del cine italiano actual, Toni Servillo. Él se encarga de guiarnos por esta sociedad, ya sea desempeñando su trabajo, o bien en su círculo de amistades. Todo esto, como ya hacia Fellini en los sesenta, con ‘La Dolce Vita’ (1960) y su inseparable Marcelo Mastroiani.


Volvemos con Jep Gambardella, periodista y escritor de una, y literalmente una gran novela, ‘El Aparato Humano’, quien actuará como hilo conductor de la historia. Tras años sin escribir otra novela, por motivos aparentemente desconocidos, se nos permite ver su faceta de periodista para un medio dedicado al público culto, en el que acude a espectáculos que se nos muestran como un elemento estrambótico a la par de absurdo, con lo que se busca desconcertar al espectador y alcanzar una reflexión. Por último, y lo que parece ser la parte preferida de nuestro personaje, tendremos las fiestas nocturnas, que sirven para demostrarnos el cinismo con el que Jep y el propio director manejan la situación de su incisivo análisis social.


Por último, me gustaría destacar la belleza, valga la redundancia, que presenta toda la película. Visualmente es muy atractiva. No hay un sólo plano en toda la cinta que nos muestre una imagen desagradable. Todo es arte, todo es poesía en el escenario. Ni siquiera el mismísimo Woody Allen, en ‘A roma con amor’ (2012), consigue retratarnos una roma tan bella como la que nos muestra Sorrentino. Roma sale radiante y fabulosa. Arte como la misma banda sonora en la que podemos escuchar piezas de Preisner, Bizet y sobre todo a Henryk Górecki, con su tercera obra sinfónica, conocida como la sinfonía de las lamentaciones. Una banda sonora que muestra a mismas partes belleza como decadencia y dolor. Una elección inmejorable para una película inmejorable.


Valoración: [9/10]
★★★★★



David Fraile

1 comentario:

  1. ¡Buenas! ¿Qué tal?

    Perdona que te escriba en esta entrada. Si quieres, puedes borrar el comentario. Es para avisarte que te he nominado a un premio en mi blog, por si te interesa. Aquí está el enlace: http://www.elblogdeivanrumar.com/2014/04/off-topic-nominado-los-liebster-awards.html

    ¡Un saludo!

    ResponderEliminar